viernes, 10 de agosto de 2012

Pág. 1 Editoriales




La polémica del GADPS

Esta tragicomedia inició hace dos años y todavía continúa la polémica, la misma que poco a poco va consiguiendo más adeptos y se va definiendo grupos de apoyo claramente identificados; unos se unen a la causa por principios y convicción de ver a una provincia próspera y una institución respetable, con principio de autoridad  y sobre todo que sintonice con la comunidad; otros en cambio tratan de pescar a río revuelto y no disimulan sus ambiciones personales y el oportunismo a flor de piel.
Pero la batalla legal continúa, a pesar de que según la resolución del Organismo de control, como es la Contraloría General del Estado, el Prefecto Grefa ya debería haberse retirado a su casa y estar preparando su defensa por el resto de acusaciones de tipo civil y penal, que tiene que enfrentar en el futuro; a pesar de que los asesores le siguen haciendo creer que están bien y que no pasa nada; cuando todos los actos administrativos realizados por esta autoridad, después de la notificación legal, serían completamente nulos; según la opinión de experimentados jurisconsultos.
Sin lugar a duda los grandes perdedores de esta batalla campal, son las comunidades indígenas y campesinas, porque la administración está prácticamente paralizada, el CISAS ni siquiera tiene aprobado su presupuesto y se encuentra un batallón de empleados sin hacer nada, no se ve resultados por ningún lado y la mayoría de los Municipios han solicitado que desaparezca y que su presupuesto pase a los cantones.
Hay que reconocer que como la batalla en determinado momento se puso incierta y no se veía vislumbrar ninguna salida, la mayoría de los contratistas se vieron obligados a invertir en ambas partes, por eso es que el costo resultará muy elevado y las presiones estarán a la orden del día.
Pero en este litigio hay culpables y estos tienen nombres y apellidos, esta gente inescrupulosa está claramente identificada por la comunidad, a pesar de que una vez que el barco empiece a hundirse, estos serán los primeros en salir huyendo y como la mayoría de ellos ni siquiera viven aquí, nunca sabremos de sus suerte; pero mientras tanto ya dejaron jodiendo a la Institución y a la provincia.  Los que viven aquí tendrán que esconderse en sus casas a vivir en el ostracismo de donde nunca debieron haber salido, para convertirse por sus torpezas, en figuras tristemente célebres.

Todos los ciudadanos que queremos a nuestra provincia, debemos contribuir para que nuestra Institución recupere su respetabilidad en el marco de la Gobernabilidad e Institucionalidad, que le hizo falta en el transcurso de estos dos largos años; no podemos permitir que jamás ocurra este tipo de problemas que avergüenzan a nuestras futuras generaciones, porque ya hemos tenido suficientes casos en los tiempos de Villota, Bermeo y Muñoz, creo que es hora de decirle basta ya y recuperar la credibilidad y ponernos todos a trabajar para engrandecer a nuestra provincia, que se la conozca por algo positivo y no por este tipo actos bochornosos, que nunca deben volver a repetirse.
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AYUDEMOS A PUTUMAYO

Las inundaciones ocasionadas en el Cantón Putumayo, en esta vez han sido las más fuertes, como las acaecidas en unos quince años, con la única diferencia que en esos tiempos, la llamada “conejera” en esos tiempos era producida solamente por las aguas del río San Miguel e inundaba la población de Puerto El Carmen; a esta escena contribuía el río Putumayo, cuyo caudal siempre era mayor, represando las aguas del San Miguel y provocando mayor inundación al Pueblo Nuevo, como se lo llamaba en ese tiempo.
Ahora existen otros factores que contribuyen a las inundaciones modernas o de esta época por así decirlo, porque la rotura de suelo firme por parte del río Putumayo, que se dio el lujo de cruzar la montaña, para salir nada más y nada menos, que justamente frente a Puerto el Carmen; afortunadamente ahora la ciudad cuenta con un muro de contención, el mismo que ayuda para que las orillas no sigan derrumbándose y lleven consigo las construcciones.
Pero haciendo memoria de las conejeras de nuestra infancia, para los muchachos de esa época, esos eventos eran tan añorados como las fiestas de navidad o cumpleaños; porque nos daba la oportunidad para ir de casa en casa en quillas, navegábamos por las calles en canoas, boyas o balsas, cogíamos todo lo que bajaba por el río, porque sí bajaban tantas cosas así como vacas, chanchos, gallinas, conejos, morrocoyes, guaras, tablas, trozas de madera, etc.
Eran fechas inolvidables, porque esos eventos no se repetían sino cada cinco o diez años; pero en cambio para los campesinos era la otra cara de la moneda, porque sus sembríos eran arrasados, sus animales domésticos como vacas, chanchos, gallinas, patos, perros gatos, pavos etc, se ahogaban o simplemente se iban en el ría arrastrados por la corriente, sus pequeñas casas también eran destruidas y hasta sus canoas se las llevaba el río; especialmente cuando la correntada arremetía por la noche.
A mí me tocó vivir ambas realidades, como habitante del pueblo disfrutaba la conejera, pero también sufrí la inclemencia de la inundación, cuando al tercer día de la conejera, nuestra finca era solamente un río correntoso y cuando bajaron las aguas, encontramos solamente una gran playa con casi tres metros de profundidad.
Ahora nuevamente el río ha vuelto a causar daños a la población y a las comunidades asentadas a lo largo de los ríos Putumayo y San Miguel, pero la realidad actual es diferente a la de hace pocos años, existen ahora organismos especializados para atender este tipo de eventos como la Secretaría de Gestión de Riesgos (antes Defensa Civil), la Cruz Roja, el COE y algunas Direcciones Provinciales del Ejecutivo, a esto se suma el Gobierno Autónomo Descentralizado de Putumayo; pero lo más satisfactorio ha sido ver la solidaridad de otras provincias del país y sobre todo el aporte  de los GADM de Lago Agrio, Cuyabeno, entre otros y los Patronatos con sus reinas a la Cabeza.
Algunas campañas de solidaridad se han programado y ese  gesto de nobleza y generosidad, hace tener más confianza en nuestra gente, porque “hoy por ti mañana por mí”, gracias a toda esa gente; porque cuando uno se va de este mundo, lo único que se lleva son las buenas acciones y estos gestos de caridad cristiana.

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