La polémica del GADPS
Esta
tragicomedia inició hace dos años y todavía continúa la polémica, la misma que
poco a poco va consiguiendo más adeptos y se va definiendo grupos de apoyo
claramente identificados; unos se unen a la causa por principios y convicción
de ver a una provincia próspera y una institución respetable, con principio de
autoridad y sobre todo que sintonice con
la comunidad; otros en cambio tratan de pescar a río revuelto y no disimulan
sus ambiciones personales y el oportunismo a flor de piel.
Pero la batalla
legal continúa, a pesar de que según la resolución del Organismo de control,
como es la Contraloría General del Estado, el Prefecto Grefa ya debería haberse
retirado a su casa y estar preparando su defensa por el resto de acusaciones de
tipo civil y penal, que tiene que enfrentar en el futuro; a pesar de que los
asesores le siguen haciendo creer que están bien y que no pasa nada; cuando
todos los actos administrativos realizados por esta autoridad, después de la
notificación legal, serían completamente nulos; según la opinión de
experimentados jurisconsultos.
Sin lugar a duda
los grandes perdedores de esta batalla campal, son las comunidades indígenas y
campesinas, porque la administración está prácticamente paralizada, el CISAS ni
siquiera tiene aprobado su presupuesto y se encuentra un batallón de empleados
sin hacer nada, no se ve resultados por ningún lado y la mayoría de los
Municipios han solicitado que desaparezca y que su presupuesto pase a los
cantones.
Hay que
reconocer que como la batalla en determinado momento se puso incierta y no se
veía vislumbrar ninguna salida, la mayoría de los contratistas se vieron
obligados a invertir en ambas partes, por eso es que el costo resultará muy
elevado y las presiones estarán a la orden del día.
Pero en este
litigio hay culpables y estos tienen nombres y apellidos, esta gente
inescrupulosa está claramente identificada por la comunidad, a pesar de que una
vez que el barco empiece a hundirse, estos serán los primeros en salir huyendo
y como la mayoría de ellos ni siquiera viven aquí, nunca sabremos de sus
suerte; pero mientras tanto ya dejaron jodiendo a la Institución y a la
provincia. Los que viven aquí tendrán
que esconderse en sus casas a vivir en el ostracismo de donde nunca debieron
haber salido, para convertirse por sus torpezas, en figuras tristemente
célebres.
Todos los
ciudadanos que queremos a nuestra provincia, debemos contribuir para que
nuestra Institución recupere su respetabilidad en el marco de la Gobernabilidad
e Institucionalidad, que le hizo falta en el transcurso de estos dos largos
años; no podemos permitir que jamás ocurra este tipo de problemas que
avergüenzan a nuestras futuras generaciones, porque ya hemos tenido suficientes
casos en los tiempos de Villota, Bermeo y Muñoz, creo que es hora de decirle
basta ya y recuperar la credibilidad y ponernos todos a trabajar para
engrandecer a nuestra provincia, que se la conozca por algo positivo y no por
este tipo actos bochornosos, que nunca deben volver a repetirse.
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AYUDEMOS A PUTUMAYO
Las inundaciones
ocasionadas en el Cantón Putumayo, en esta vez han sido las más fuertes, como
las acaecidas en unos quince años, con la única diferencia que en esos tiempos,
la llamada “conejera” en esos tiempos era producida solamente por las aguas del
río San Miguel e inundaba la población de Puerto El Carmen; a esta escena
contribuía el río Putumayo, cuyo caudal siempre era mayor, represando las aguas
del San Miguel y provocando mayor inundación al Pueblo Nuevo, como se lo
llamaba en ese tiempo.
Ahora existen
otros factores que contribuyen a las inundaciones modernas o de esta época por
así decirlo, porque la rotura de suelo firme por parte del río Putumayo, que se
dio el lujo de cruzar la montaña, para salir nada más y nada menos, que
justamente frente a Puerto el Carmen; afortunadamente ahora la ciudad cuenta
con un muro de contención, el mismo que ayuda para que las orillas no sigan
derrumbándose y lleven consigo las construcciones.
Pero haciendo
memoria de las conejeras de nuestra infancia, para los muchachos de esa época,
esos eventos eran tan añorados como las fiestas de navidad o cumpleaños; porque
nos daba la oportunidad para ir de casa en casa en quillas, navegábamos por las
calles en canoas, boyas o balsas, cogíamos todo lo que bajaba por el río,
porque sí bajaban tantas cosas así como vacas, chanchos, gallinas, conejos,
morrocoyes, guaras, tablas, trozas de madera, etc.
Eran fechas
inolvidables, porque esos eventos no se repetían sino cada cinco o diez años;
pero en cambio para los campesinos era la otra cara de la moneda, porque sus
sembríos eran arrasados, sus animales domésticos como vacas, chanchos,
gallinas, patos, perros gatos, pavos etc, se ahogaban o simplemente se iban en
el ría arrastrados por la corriente, sus pequeñas casas también eran destruidas
y hasta sus canoas se las llevaba el río; especialmente cuando la correntada
arremetía por la noche.
A mí me tocó
vivir ambas realidades, como habitante del pueblo disfrutaba la conejera, pero
también sufrí la inclemencia de la inundación, cuando al tercer día de la
conejera, nuestra finca era solamente un río correntoso y cuando bajaron las
aguas, encontramos solamente una gran playa con casi tres metros de
profundidad.
Ahora nuevamente
el río ha vuelto a causar daños a la población y a las comunidades asentadas a
lo largo de los ríos Putumayo y San Miguel, pero la realidad actual es
diferente a la de hace pocos años, existen ahora organismos especializados para
atender este tipo de eventos como la Secretaría de Gestión de Riesgos (antes
Defensa Civil), la Cruz Roja, el COE y algunas Direcciones Provinciales del
Ejecutivo, a esto se suma el Gobierno Autónomo Descentralizado de Putumayo;
pero lo más satisfactorio ha sido ver la solidaridad de otras provincias del
país y sobre todo el aporte de los GADM
de Lago Agrio, Cuyabeno, entre otros y los Patronatos con sus reinas a la
Cabeza.
Algunas campañas
de solidaridad se han programado y ese
gesto de nobleza y generosidad, hace tener más confianza en nuestra
gente, porque “hoy por ti mañana por mí”, gracias a toda esa gente; porque
cuando uno se va de este mundo, lo único que se lleva son las buenas acciones y
estos gestos de caridad cristiana.
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